Los Implantes Inyectables

Actualmente disponemos de numerosos tipos de implantes para corregir arrugas, recuperar volúmenes perdidos, aumentar  labios o hacer unos retoques con los que evitar el quirófano. Los podemos subdividir en dos grandes subgrupos:  reabsorbibles y no reabsorbibles o permanentes.

Los implantes reabsorbibles son aquellos que paulatinamente van siendo degradados por el organismo. Son los más utilizados ya que presentan menos efectos secundarios.

Los podemos clasificar en:

• Biológicos: de origen natural, como los propios (microfilling), o los heterólogos (colágeno porcino, por ejemplo) o de biosíntesis, de origen no animal (ácido hialurónico y colágeno).

• Sintéticos: la policaprolactona, hidroxiapatita cálcica y el ácido poliláctico. Además de la simple función de relleno, estos  dos últimos inducen la formación de colágeno con lo cual, cuando pasan unas semanas y utilizando técnicas especiales de  inyección, existe un efecto tensor.

• Combinados: condroitínsulfato+ácido hialurónico; microesferas de polisacáridos.

En cuanto a los implantes no reabsorbibles, hay que estar muy seguro de que se quiere ese cambio para siempre y ponerse  en manos expertas. Entre ellos se cuentan los de Poliacrilamida y el Polimetilmetacrilato.
Actualmente el implante más ampliamente utilizado es el ácido hialurónico que es químicamente igual en todas las especies  y en todos los tejidos, lo cual hace que sea altamente biocompatible.
Los implantes de ácido hialurónico están disponibles en varias densidades, reticulados o sin reticular. Los más densos y  reticulados son para rellenar surcos más profundos o pómulos y son los de mayor duración. Los menos densos y reticulados
son para arrugas más finas. Los hialurónicos poco densos y sin reticular nos sirven para los tratamientos de hidratación de la  piel y son los de más corta duración.

Contraindicaciones de los implantes
Antes de aventurarse a inyectar un implante hay que descartar las siguientes patologías o circunstancias:

Colagenopatías graves en curso.
Enfermedades autoinmunes.
Infecciones o inflamaciones en el lugar del implante.
Diabetes descompensada.
Inmunodeprimidos.
En embarazadas, porque no hay estudios.
Si hay implantes previos incompatibles.

Reacciones adversas
Deben ser conocidas antes de hacerse el tratamiento.
Pueden ser:
Inmediatas (en cuestión de minutos u horas):
Signos de inflamación: enrojecimiento e hinchazón.
Hematomas: variables según el individuo y la habilidad del médico.
Glabela o entrecejo. Dada la alta vascularización de la zona pueden darse dos circunstancias graves: riesgo de necrosis muerte de tejido con úlcera) y de ceguera.

Tardías (en días-años):
Reacciones alérgicas: son muy raras y dependen del sistema inmunológico individual. Por ello, excepto para los antiguos  colágenos en que se debían hacer dos test de alergia, pues proceden de colágeno bovino, el resto no necesitan test.
Infección: rarísima siguiendo las medidas de asepsia de las clínicas y las indicaciones higiénicas que se indican en las horas  posteriores al implante.
En el caso de las poliacrilamidas sí que está indicada una profilaxis antibiótica.
Migración o extrusión (salida) del material inyectado.
Muy raro. El tratamiento es extraerlo.
 Formación de granulomas: el implante ha actuado como si fuera un cuerpo extraño y lo rechaza. Es una reacción  inflamatoria cronificada.
Induración o fibrosis: significa que ha quedado una zona más o menos endurecida.

Un buen diagnóstico y diálogo es fundamental antes de decidir qué implante utilizar

en cada persona y circunstancia.

Escrito por Gemma Padilla de Tarracomedic para dDermis Magazine