La mente: origen y cura de la enfermedad

La mente origen y cura de la enfermedad La mente: origen y cura de la enfermedad. Mens sana in corpore sano. ¿Cuántas veces habremos oído esta frase? Cientos, pero quizás aún no la asimilemos del todo. Por corpore sano  entendemos un organismo a tope de defensas (es decir, con un sistema inmunitario reforzado y eficaz); un aparato digestivo eficiente que metabolice rápidamente evacuando con facilidad y una red cardiovascular puesta a punto para que la sangre fluya sin ningún tipo de dificultad.

Bien, todos deseamos ese paisaje ¿cierto? Lo primero que debemos tener en cuenta es que una mens sana es condición sine qua non para conseguirlo. ¿Qué es una ment sana? Aquella que posee las herramientas y recursos para que su sistema nervioso pueda regular a la perfección el eje dolor-placer. Eso lo hace a través de un complejo sistema químico, cuya voz cantante la llevan unas sustancias (a grandes rasgos) llamadas endorfinas, unos   neurotransmisores que segrega nuestro cerebro y que actúan en cualquier parte del cuerpo, que influyen en todos y cada uno de los movimientos, sensaciones y metabolismos que llevamos a cabo. Su función más conocida, la de analgésico. Sedan cualquier dolor que aparezca y funcionan a tiempo completo, no descansan nunca.

¿Y qué tendrá que ver esto con mi corpore sano? Os estaréis preguntando. Bien, aparte de alejarnos del dolor, esta compleja red tiene cientos de funciones más. La más importante, regular el sistema inmunitario (defensas) y el sistema endocrino (hormonas).

Cuando nuestro nivel de endorfinas es muy escaso, el sistema inmunológico disminuye también su funcionalidad, pudiendo quedar en letargo. Se  entiende que se convierte en “jornada de puertas abiertas” a toda enfermedad que le plazca entrar en nuestra fortaleza.

Mariposas en el estómago

¿Cómo aumenta o disminuye nuestro nivel de endorfinas? A partir de nuestros pensamientos y sentimientos. Según el tipo de pensamiento (o modo de  vida) que tengamos, el cerebro segrega un flujo más o menos intenso de endorfinas, afectando así a todo nuestro sistema inmunitario y endocrino,  materializándose en desequilibrio y/o enfermedad. Pongamos ejemplos, hablemos del amor. Qué clásico hablar de “mariposas en el estómago”… pues ¿cuán sorprendidos quedaríais si os dijera que esas mariposas son reales y se deben a un chorro de endorfinas enviadas directamente desde el sistema nervioso, a modo de “droga natural”? Ese flujo activa de golpe el sistema inmunológico, cardiovascular y endocrino, de manera que reduce las tres hormonas encargadas del estrés (cortisol, adrenalina y DHEA) aumentando el nivel de inmunoglobulinas y células killer (acaban con atacantes), reduciendo el envejecimiento celular, haciendo limpieza de radicales libres alejándonos así de enfermedades de desarrollo anormal celular como sería el temido cáncer.

Imaginaros lo sano que es amar y sentirse amado.

Lo mismo ocurre con ser positivo y creativo ante la vida,

la misma respuesta, los mismos resultados.

Hablemos ahora del caso contrario: negatividad por sistema, ira, rabia, rencor, pena y emociones reprimidas. ¿En qué se transmite a nivel nervioso?  Normalmente, podríamos resumir todas estas emociones en la “no aceptación” de determinada situación. Cuando uno se resiste al paso de los  acontecimientos, aparecen tales sentimientos. Éstos generan un estrés permanente y el cuerpo no está para estos trotes.

El estrés es útil en momentos puntuales, ya que es necesario para la supervivencia y en ese instante, el sistema inmunológico se pone de punta,   dispuesto a atacar o actuar de manera inminente pero ¿qué pasa si ese momento no llega? Que se desploma. Imaginaros pasarse horas, días, semanas, meses, en posición de ataque, con los nervios a flor de piel y la mirada fija con el arco y la flecha tensos para hacer frente a un enemigo que está a punto  de asomar. Agotador ¿verdad? Pues ese es tu sistema inmunológico cuando vives en estrés continuo.

Cuando cae, todas las enfermedades intentan hacer acto de presencia. Con un sistema de pensamiento siempre negativo, aumentan las hormonas del estrés y se produce el efecto contrario a lo que hemos explicado con los sentimientos positivos, dándose así taquicardias, cefaleas, trastornos del sueño,  molestias crónicas, rechazo al alimento, falta de fuerzas… y si todo continua igual, enfermedades más graves como colon irritable, fibromialgia, fallos   renales o cáncer. Esto ya es una evidencia que miles de estudios en todo el mundo avalan y no podemos seguir negando.

¿Conclusión? Si queremos tener siempre pasada la ITV, hay que tener una actitud positiva, creativa y de aceptación ante la vida, para que nuestro cuerpo no se ataque a sí mismo. ¿Qué podemos hacer, para salir de una situación de depresión, estrés o negatividad permanente? Hacer deporte (se segregan muchas endorfinas para sedar el dolor que produce la presencia de ácido láctico en los músculos), aprender a relajarse en situaciones tensas o negativas, disfrutar de la naturaleza, tomar aficiones que nos gusten, amar sin justificación, reírse siempre y por todo (es como más endorfinas se  producen)…

Invito a los lectores, incluido al más escéptico, a probar durante una semana y analizar los resultados por sí mismo: quizá descubra algo que mejore su  vida y le haga más feliz.

Escrito por Mar G. Amorena para dDermis Magzaine