Guiones que repetimos y propósitos que no conseguimos

Propositos conseguidos
propositos conseguidosGuiones que repetimos y propósitos que no conseguimos. En nuestras vidas, ya sea a nivel personal como profesional, estamos constantemente iniciando procesos de cambio y, en el mejor de los casos, trabajando para conseguir nuestros objetivos.

Cuando trabajamos en la consecución de nuestros objetivos funcionamos orientados a resultados, pero es importante también reconocer ciertas actitudes y comportamientos que pueden estar impidiendo la consecución de los mismos y frenando el desarrollo de nuestros recursos internos. Así pues, identificarlas y reorientarlas puede ser clave para conseguir esos propósitos que año tras año quedan en el baúl del olvido.

En muchas ocasiones sentimos que estamos estancados, que no avanzamos e incluso que aún poniendo en marcha soluciones, estás no sólo no nos ayudan sino que parece que vamos hacia atrás. Esta sensación de estancamiento puede ser debida a que repetimos guiones que en algún momento nos han ayudado a resolver una situación.

Las personas somos animales de costumbre, y eso, a menudo, nos juega malas pasadas; pues frente a nuevos problemas, que según nuestra clasificación pueden parecerse, aplicamos esos guiones que, en su momento, nos funcionaron, sin tener en cuenta que cada situación es diferente y, más importante aún, que en ese período de tiempo nuestras capacidades, enfoques y objetivos han cambiado. Es decir, aquello que me funcionó ayer, puede que no me funcione hoy; aquella forma de entender una situación, puede que no sea exactamente igual si la viviera hoy… así pues, ¿porqué esa solución, debe funcionarme cada vez que decido “tirar” de ella?

Un ejemplo muy común: ¿conoce a alguien que, de muy buena fe, se adelanta y resuelve el problema sin que nadie se lo pida? Le suena verdad…, puede que su madre, su hermano/a mayor, su jefe, o usted misma… Para evitar sufrimientos o pérdida de tiempo, haciéndolo intenta “enseñar” cómo debe hacer, porque considera que esa es la mejor forma, dando por hecho que la otra persona errara. Este tipo de guión, no ayuda ni a unos ni a otros: no fomenta la autonomía del otro y puede ser un desgaste para el que actúa así.

Elegimos, o creemos que elegimos, conscientemente, esta forma disfuncional de actuar porque pensamos que es la mejor, aunque nos esté dando un resultado no positivo. Si es así, y nos damos cuenta, el hecho de tomar conciencia es el primer paso para corregir el tiro y empezar a hacer algo diferente, si esperamos obtener un resultado diferente.

En otras ocasiones puede suceder que, aun siendo conscientes de que deberíamos actuar de forma diferente, nos veamos “empujados” a funcionar de esa misma forma, presionados por algún factor externo, por ejemplo por nuestro entorno y/o las personas que lo componen. Ahora bien, también puede ser un elemento interno el que nos haga funcionar de este modo; probablemente más relacionado con nuestras propias creencias y valores. Un ejemplo práctico podría ser aquel responsable de equipo, que ha conseguido el puesto tras haber sido promocionado internamente y que ha pasado a ser el jefe de sus antiguos compañeros, que no consigue que determinados integrantes respeten las normas. Su actitud enfrente a su equipo, imponiendo su visión y gestión roza la impertinencia, alejándole de su objetivo como responsable de equipo. Este guión, lejos de acercarle a su objetivo, lo aleja cada vez más.

Como ya hemos dicho, cuando trabajamos en nuestros objetivos, funcionamos orientados a resultados, pero es bueno también reconocer la presencia de ciertas actitudes y comportamientos que pueden estar impidiendo el desarrollo de nuestros recursos personales y bloqueando la consecución de nuestros objetivos.

Si la experiencia es un grado, deberíamos ser capaces de albergar más recursos, modificar comportamientos y apoyarnos en más actitudes positivas que, año tras año, vamos adquiriendo. La riqueza que obtenemos cada vez que superamos problemas, conseguimos éxitos o replanteamos objetivos son ases que nos ayudan a avanzar; siempre y cuando tengamos, además, la capacidad de desarrollar nuevas estrategias, idear nuevas formulas y traspasar la comodidad de la costumbre.

¿Qué vas a hacer de diferente para vaciar el baúl de los propósitos? ¿Cómo perfilaras esas limitaciones que no te dejan avanzar en potentes ejemplos de éxito?

Escrito por Xavier Carpintero, Director de DO_Sinergia y Coach Professional para dDermis Magazine