Entrevista a Silvia de Béjar

Entrevista a Silvia de BéjarEntrevista a Silvia de Béjar, autora de “Tu sexo es tuyo” y “Deseo”, experta universitaria en Sexualidad Humana y  educación Sexual, máster en Programación Neurolingüística y periodista.

¿Qué nos diferencia a hombres y mujeres en la cama?
Ellos son más visuales que nosotras y eso hace que accedan al sexo de una forma más directa, más física. Tú te pones algo sexy y eso suele ser suficiente para que él tenga ganas de… Nosotras, no solemos funcionar así. Nosotras necesitamos que las emociones estén alineadas… ¡como las estrellas! Es broma, pero… Nosotras, una vez pasada la pasión inicial, solemos acceder al sexo desde la neutralidad sexual, es decir, accedemos a compartirnos o iniciamos las relaciones porque nos sentimos bien con ellos, para sentirnos cerca, porque queremos hacerles felices, porque queremos gozar, es decir, no es la excitación sexual (no la misma que suelen sentir ellos) la que nos pone en marcha. El motor de arranque es las ganas de intimar por los motivos que sea. Y por eso digo que las estrellas han de estar alineadas, porque si algo está mal, si algo va mal en la relación, ¡se acabó el sexo!

¿Cuánto hay de cierto en las excusas que ponen las mujeres para no tener sexo?
Ni dolor de cabeza, ni tanto cansancio como decimos. Cansados estamos, pero… Detrás de t todo eso suele esconderse hartazgo por cómo se desenvuelve la relación, enfado con el esposo porque no hace nada en casa, no se responsabiliza tanto como nosotras de los hijos, porque no valora nuestra carrera, y hay venganza consciente o inconsciente por los agravios sufridos, por sentirse minusvalorada, etcétera. Normalmente, detrás de la desgana femenina se esconde un problema de relación. NO sucede así con el hombre En su caso la falta de ganas suele tener que ver con ansiedad, depresión o algún tipo de disfunción sexual.

¿Es inevitable que el deseo de una pareja pase por altibajos?
Por supuesto y quien diga lo contrario miente. La vida son altos y bajos ¡en todo! Pero eso no es algo de lo que debamos preocuparnos, sino hemos de entenderlo como normal. Pero eso sí, procurando no instalarnos en el lado malo de la balanza. Si cuidamos la relación, volvemos a subir, el problema es que hemos de cuidarla y eso no lo hace casi nadie.

De hecho, si nos fijamos en los encuentros sexuales… puede considerarse realista esperar que de un 20 a un 25% de los encuentros sean muy buenos, del 40 al 60%, buenos, y el resto, o sea ¡entre el 15 y el 40%!, poco satisfactorios e incluso disfuncionales (por ejemplo, porque uno o ambos no han llegado, por la rapidez con que se ha producido, por molestias físicas…). Y no por ello se acaba el mundo.Entrevista a Silvia de Béjar

Usted habla de estrategias para mantener el deseo. ¿Qué es lo fundamental para lograrlo?
Empezaría por advertirle algo a los lectores, algo que les explico en “Deseo”: aunque a veces te permitas el lujo de creértelo y sólo te des cuenta en los momentos de crisis o cuando temes perderle, tu pareja no es de tu propiedad. Es más, sus deseos no te pertenecen y no acaban en ti. Y si no te pertenece y puede mirar hacia otro lado, mejor le cuidas, ¿no te parece? Ese es el principio.
A partir de allí, frente al desastre de la rutina, sólo queda rebelarse, oponer resistencia, es decir, enfrentarse a ella, ponerle freno, no dejarse achantar. Eso implica no dar el sexo por sentado y apalancarse en la zona de confort, sino que hay que buscar nuevos terrenos de juego, nuevas prácticas. Y jugar como niños, sin vergüenzas y con el único límite que nos imponga nuestra imaginación.
Yo pongo un ejemplo en el libro. ¿Si una pareja suele practicar siempre el misionero, qué puede hacer, por ejemplo? Y demuestro que a poco que pensemos se le puede dar muchas vueltas. Unas cuantas que planteo…
1. En vez de en la cama, en la mesa de madera de la cocina.
2. Y con fresas, bombones, cava, cualquier cosa rica, para compartir.
3. Al aire libre… y valen el terrado y la tumbona de la terraza.
4. O en la cama, pero dejándose llevar o al compás de la música de fondo.
5. Compartiendo un juguete sexual, que hasta podrían convertir en un tercero imaginario.
6. Diciéndose palabras de amor… u obscenidades.
7. Contándose una fantasía. Él a ella, ella a él, uno empieza y el otro continúa.
8. Atándola y/o amordazándola. Si lo atamos a él, la cosa se nos complicaría un poco, ¿no crees? Te recuerdo que van de misionero.
9. Jugando a un juego de rol. La de amantes que podrían tener ¡y sin provocar los celos del otro ni tener malos rollos!.
10. Filmándose. Ya decidirán que hacen con el material.
Ese ejemplo pretende evidenciar que quien cae en la rutina es porque no se trabaja la cuestión.- Al sexo hay que dedicarle tanto mimo como a la gastronomía.

Por último ¿La pasión tiene edad?
Para nada. Tal vez perdamos la fortaleza física, las hormonas nos la jueguen, pero eso va más con el carácter que con la edad. Si eres sensual, lo habitual es que los sigas siendo. Si cuidas tu sexualidad, ésta no te abandonará, pero si no lo haces… Por supuesto que se acaba