Salud de Mujer Magazine

El arte nos reivindica

Cuando el arte nos reivindicaEn 2012 cuando una estudiante belga de artes audiovisuales, Sophie Peeters, decidió mostrar con su trabajo de fin de carrera el acoso callejero no pudo preveer que su trabajo armaría casi el mismo revuelo que desde hace 30 años vienen creando las activistas culturales estadounidenses “Guerrilla Girls” . Estas comenzaron poniendo de manifiesto la escasez de obras realizadas por mujeres en los museos. En la actualidad hay 3 grupos en el mundo de “Guerrilla Girls” que con sus acciones artísticas ponen de manifiesto como la construcción masculina del mundo ha relegado las creaciones artísticas de muchísimas mujeres. ¿Cuántas de nosotras, al escuchar a Bach, es consciente que de la llamada “música clásica” hay más de 6.000 compositoras? Por no hablar de todas aquellas mujeres que, como Clara Wieck Schumann, compusieron o escribieron muchas de las obras artísticas por las que sus maridos fueron reconocidos y aclamados en público.

Muchas mujeres, con conciencia de género, están utilizando el arte, las creaciones artísticas, para poner de manifiesto las desigualdades de nuestra organización social masculinizada.

Hasta el 26 de abril hay una exposición en Matadero de Madrid que nos muestra todo el esplendor artístico de las “Guerrilla Girls” y que nadie, que quiera estar a la última de lo que se cuece y de las claves actuales en el activismo cultural, debería perderse. La exposición incluye la conferencia performance que 2 de estas activistas hicieron en la inauguración de esta muestra de sus creaciones.

Si estas activistas culturales lograron con su denuncia respecto a que en los museos había un 85% de desnudos femeninos y solo el 5% de obras realizadas por mujeres, que en poco tiempo los principales museos de EEUU comenzaran a adquirir y a exponer obras artísticas de mujeres, Sophie Peeters, y su “Femme de la rue” , que muestra el acoso callejero al que se ven sometidas las mujeres , mediante los mal llamados piropos, ha logrado que en Bruselas las ordenanzas municipales incluyan el acoso callejero como una infracción de la convivencia que se sanciona con 250€. En la ciudad de Terrassa las Bases de Convivencia Democrática también sancionan esta práctica. Y en Bélgica, lo que empezó como una ordenanza municipal ha acabado, en verano del 2014, con la aprobación de una ley que penaliza el acoso callejero – incluye la insinuación sexual y el acoso a través de las redes sociales – . La ministra belga de interior e igualdad de oportunidades, Joëlle Milquet declaró, “es la primera vez en el mundo que una ley define legalmente el sexismo”.

Y las posibilidades de reflexión y transformación de la realidad que la creación artística nos ofrece, respecto a las desigualdades a las que están sometidas las mujeres, no acaban ahí. Las acciones se multiplican en cascada.

En 2005 se inició en Estados Unidos el movimiento feminista “Hollaback!” contra el acoso callejero. A partir de 2008 la ONG norteamericana “Stop Street Harassment” organiza cada año la semana contra el acoso callejero en distintas ciudades del mundo. Sus denuncias sitúan las cifras del acoso callejero en que 1 de cada 4 niñas a partir de los 12 años se ha sentido violentada verbalmente.

En 2012 la ilustradora Tatyana Fazlalizadeh decidió contestar a los hombres que la adulaban en público llenando su barrio neoyorquino de carteles de denuncia con frases como “Mi nombre no es ‘pequeña’”, “Mi ropa no es una invitación”, “No estoy aquí para ti”, “Las mujeres no buscan tu aprobación”. Ella fotografía a las mujeres, luego las convierte en dibujo en sus ilustraciones denuncia. Su lema: “las mujeres no salen a la calle para el entretenimiento de los hombres”. Las frases son las que las mujeres retratadas han sufrido cuando iban por la calle. Su acción se repite cada año a través de las plataformas de crowdfunding.

En nuestro país la artista y cantante Alicia Murillo con su acción audiovisual “El cazador cazado” fue sometida a un acoso sin precedentes en foros tan “intelectuales” como “Foro coches” y sufrió persecución en YouTube y en Vimeo que acabó censurando sus vídeos en lugar de perseguir a sus incultos acosadores.

La polémica respecto a los piropos no es algo baladí ni reciente. Hace más de 15 años en un programa de radio con Elisenda Roca dije que los piropos eran una publicidad intrusiva; una opinión que no habíamos pedido ni nos interesaba. ¡La que se armó! Ahora el tiempo y las reflexiones que, desde las miradas feministas, permiten los avances culturales nos muestran a través de estas expresiones artísticas que los cuerpos de las mujeres solo pueden ser evaluados por ellas mismas y por quienes ellas decidan dejar entrar en su círculo de vínculos.

Carme Freixa Psicóloga, Periodista y escritora

 

 

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